martes, 12 de julio de 2011

sueño del maestro Abreu

Bogotá fue la última parada de la gira con que la orquesta celebró el bicentenario de las independencias en países de Latinoamérica donde reproducen el sistema venezolano.

"Esta gira ha significado ver el fruto del sueño del maestro Abreu consolidado en Chile, Brasil y Argentina", dice Dudamel, y se emociona al contar que visitaron una favela en Río de Janeiro, coronada por un edificio donde había una orquesta. "Ese fue el mejor regalo. Lo artístico es muy importante, pero también el compromiso social. Siempre lo digo aunque suene loco, la música es un derecho, debe serlo, porque es el acceso a la belleza, la cercanía a lo más puro, a veces a lo incomprensible, que por eso mismo se hace bello, infinito".

José Antonio Abreu

Su camino se marcó en una escuela de formación del Sistema Nacional de Orquestas, creado por José Antonio Abreu, que quedaba cerca de su casa. "Allí tuve la posibilidad estudiar música y, sobre todo, de compartir, porque no se trataba de la enseñanza tradicional, era enfrentarte inmediatamente a las partituras y eso te hace crecer muy rápido", explica Dudamel.

Los ensayos reflejan esa cercanía entre él y sus músicos: se tratan como hermanos. "Van a ver que todo va a funcionar, vamos a disfrutar", les dice, y luego pide aplaudir a uno de sus compañeros, que está de cumpleaños.

Alejandro Carreño

En el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, en el camerino de Alejandro Carreño, el primer violinista de la orquesta, Dudamel habló con EL TIEMPO de cómo funciona el metrónomo de su vida y de cómo ha logrado hacer tanto en tan corto tiempo.

"Ni me he dado cuenta de lo que ha cambiado. Siempre, desde niño, he sentido esta pasión, este amor", asegura el músico, que dirige de memoria, sin mirar partituras; un apasionado de Mahler, el compositor vienés.